Mariela Azofeifa Olivares,
Contraloría General de la República de Costa Rica
Las Entidades Fiscalizadoras Superiores (EFS) son, en épocas de crisis como la provocada por la pandemia COVID-19, de las entidades con mayor credibilidad y expectativa por parte de la ciudadanía. Muchos actores de la sociedad ponen sus ojos en las labores extraordinarias que recaen sobre los órganos de control externo de la Administración Pública, casi sin distingo de país y modelo de control. El resguardo de la Hacienda Pública es un enorme reto para la eficiencia y agilidad en las compras públicas, para la correcta y oportuna ejecución presupuestaria, para la auditoría como función relevante frente el gasto público, y para la generación de normativa que permita la inversión correcta de fondos públicos en las actividades estatales que mayor demanda de acción tienen para atender la emergencia sanitaria.
Tal vez la lista de lecciones que nos va dando a las EFS la atención institucional de la pandemia parece enorme en este momento, donde los efectos no han salido por completo a la luz y cuando la ciudadanía está en medio de una batalla donde espera el auxilio estatal bajo la vigilancia de las EFS dada la crítica situación fiscal de los países de la región latinoamericana. Cuidar los fondos públicos escasos y agilizar que se gasten en lo que se requiere es un doble reto para todo el aparato estatal.
Las exigencias del control público se intensifican, en algunos casos pretendiendo la omnipresencia de las EFS en cada compra de bienes y servicios, en cada erogación de recursos públicos, en cada decisión legislativa sobre proyectos de ley para atender la emergencia. Reviste entonces especial importancia manejar adecuados flujos de información y canales de comunicación eficaces para tener claras, todas las partes, que las EFS no pueden estar en todas y cada una de las acciones públicas para paliar efectos de la pandemia pero con una adecuada estrategia sustantiva de control podemos diseñar actuaciones acorde con el entorno tan volátil y demandante.
Es ante este panorama que debemos ser más estratégicos sobre en qué momentos del control debemos realizar acciones más oportunas y pertinentes: en controles previos buscar agilizar la actividad institucional de compras públicas urgentes; en controles concomitantes atender las prioridades de control sobre la agenda infinita de temas por auditar; en controles posteriores planificar desde ya las áreas que requerirán revisión de cuentas y apoyarnos en otras instancias de control como las auditorías internas; en controles sancionatorios tener presente que, en muchos países, el marco normativo se flexibiliza ante situaciones de emergencia nacional declarada, y eso también abre portillos para quienes actúen en desapego con el marco jurídico y cometan fraudes y corrupción. Vale aquí el recordatorio a todas las partes interesadas externas sobre los canales de denuncia en caso de estar frente a la comisión de alguna irregularidad que en medio de la pandemia pueda estar ocurriendo en alguna entidad estatal.
Valorar el entorno como cambiante, como regla de principio, es fundamental. Las EFS deben continuar su actividad regular de fiscalización y no pueden descuidar las acciones extraordinarias que la pandemia implica, con los mismos recursos humanos, tecnológicos, financieros, informativos y competenciales. Eso implica entonces una optimización de todos los recursos, con especial énfasis en el uso intensivo de las tecnologías de información y comunicación, comenzando por el teletrabajo ya aplicado en muchas EFS, pasando por utilizar canales de comunicación eficaces y en línea, sin dejar de lado la importantísima cultura institucional que permea todo el accionar de la EFS. Aquí el reto es sintonizar al funcionariado, las competencias, las prioridades y los recursos en una misma melodía y lograr armonizar con el entorno, logrando que lo que hacemos esté a disposición de todos los otros actores del control: político, mediático y social.
Una lección que puede quedar a mano también de esta coyuntura es el rol auxiliar que pueda ejercer la EFS frente al Parlamento de cada país de la región, dado que no existe un órgano más preparado para dar luz sobre normas y procedimientos pertinentes en la generación de leyes y reglamentos en la institucionalidad pública que la entidad de fiscalización superior de la Nación. La función estratégica de las EFS en el entorno legislativo tiene un momento especial en emergencia nacional, cuando la premura manda y el control no puede desdeñarse, buscando un balance ideal entre respeto al principio de legalidad y logro de objetivos nacionales, en el menor tiempo y costo posible.
El monitoreo del entorno y la identificación de las partes interesadas de cada EFS permitirá también la valoración de acciones prudentes y pertinentes de control, esperadas y demandadas, por quienes esperan siempre que la EFS cumpla su rol a cabalidad. La confianza que gozan en la región las entidades de fiscalización es inversamente proporcional a la que tienen algunos gobiernos de la región y esa realidad no puede soslayarse a la hora de generar una agenda de control en medio de una emergencia sanitaria global.
Ese monitoreo del entorno sirve a su vez de base para, junto al autodiagnóstico interno, realizar un exhaustivo análisis de riesgos institucionales bajo las condiciones nacionales en torno a los procedimientos para abastecer soluciones de salud para la población en riesgo y para los afectados con la enfermedad. Habilitar un sistema de salud eficiente, eficaz y económico no es fácil en tiempos regulares, mucho menos lo va a ser en momentos críticos cuando la vida de un conciudadano puede depender del acceso a un examen de laboratorio, un diagnóstico, una medicina o una cama de hospital.
Las potestades únicas y específicas que tienen las EFS obligan a tener presente que las expectativas son grandes y es momento de volver los ojos hacia las EFS que hayan desarrollado buenas prácticas y puedan colaborar con ellas a quienes las necesiten. La revisión, consulta, intercambio y el espacio abierto para conversar sobre qué están haciendo otros órganos de control es válido y relevante en este momento histórico, sabiendo que todo lo que hacemos debe ajustarse a nuestros propios entornos institucionales y legales.
Para finalizar este listado limitado de lecciones ilimitadas, les propongo practicar un triángulo virtuoso que la ciudadanía valora que emane de las EFS: el acceso a información pública, la rendición de cuentas y la transparencia. Cuando desde nuestras trincheras institucionales podemos promover y desarrollar mecanismos que propicien esos tres principios democráticos, habremos asumido el mayor reto en medio de la crisis, que consiste en hacer nuestro trabajo y divulgarlo a todos los ciudadanos que esperan siempre seriedad, profesionalismo, compromiso y solidaridad en tiempos difíciles para con nuestros conciudadanos.
Les dejo la tarea de sumar lecciones en este blog, el cual contribuye, sin duda alguna, a los retos mencionados en este breve aporte.