ENCUESTA_ODS5_ESPANOL.pdf
Informes
01st Dic 2021
Extracto
INFORME DE RESULTADOS
ENCUESTA DE PERCEPCIÓN
SITUACIÓN DE GÉNERO AL INTERIOR DE LAS ENTIDADES DE OLACEFS
INFORME DE RESULTADOS
ENCUESTA DE PERCEPCIÓN
SITUACIÓN DE GÉNERO AL INTERIOR DE LAS ENTIDADES DE OLACEFS
El estudio “Situación de Género al interior de las Entidades de la OLACEFS” fue coordinado
por la Unidad de Cooperación y Relaciones Internacionales (UCRI) y la Unidad de Estudios
(UE) de la Contraloría General de la República de Chile. El diseño del instrumento y
análisis de resultados fue responsabilidad de Sebastián Valenzuela, analista de la UE. El
diseño de preguntas se trabajó con la colaboración y comentarios de un amplio equipo
de trabajo integrado por funcionarias y funcionarios del Departamento de Personal y del
Departamento de Capacitación de nuestra EFS.
Agradecemos especialmente a la Contraloría General de la República de Costa Rica por su
apoyo con una encuesta base sobre esta temática; a la Contraloría General de la República
del Paraguay por sus valiosos comentarios para el diseño de preguntas; y a la Auditoría
General de la Nación Argentina, quienes lideran la Comisión de Tecnologías y Ciencias de
la Información y Comunicación (CTIC) de OLACEFS y asistieron el proceso de digitalización
de la encuesta.
Copyright © 2019 Organización Latinoamérica de Entidades Fiscalizadoras Superiores (OLACEFS) y Banco
Interamericano de Desarrollo (BID). Esta obra se encuentra sujeta a una licencia Creative Commons IGO
3.0 Reconocimiento-NoComercial-SinObrasDerivadas (CC-IGO 3.0 BY-NC-ND) (https://creativecommons.
org/licenses/by-nc-nd/3.0/igo/legalcode) y puede ser reproducida para cualquier uso no-comercial
otorgando el reconocimiento respectivo a la OLACEFS y al BID. No se permiten obras derivadas.
Cualquier disputa relacionada con el uso de las obras la OLACEFS o del BID que no puedan resolverse
amistosamente, se someterá a arbitraje de conformidad con las reglas de la CNUDMI (UNCITRAL). El uso del
nombre de la OLACEFS o del BID para cualquier fin distinto al reconocimiento respectivo y el uso del logotipo de la
OLACEFS y del BID no están autorizados por esta licencia CC-IGO y requieren de un acuerdo de licencia adicional.
Note que el enlace URL incluye términos y condiciones adicionales de esta licencia.
Las opiniones expresadas en esta publicación son de los autores y no necesariamente reflejan el punto de
vista de la OLACEFS, del Banco Interamericano de Desarrollo, de su Directorio Ejecutivo ni de los países que
representa.
Organización Latinoamérica de Entidades Fiscalizadoras Superiores
Teatinos 56, Santiago
Región Metropolitana, Chile
olacefs.com
Banco Interamericano de Desarrollo
1300 New York Avenue, N.W.
Washington, D.C. 20577
iadb.org
ÍNDICE DE CONTENIDOS
ÍNDICE DE TABLAS
Introducción 7
Objetivo general 8
Metodología 8
Dimensiones del instrumento 8
Ítem 1 – Percepción Personal 9
Ítem 2A – Percepción de la Cultura Organizacional de las EFS 9
Ítem 2B – Percepción de la Implementación de la igualdad de género
al interior de las EFS 9
Dimensiones del instrumento 16
Universo, tasa de respuesta y caracterización de la muestra 12
Resultados 14
Marco conceptual 14
Análisis Transversal 17
Reflexiones finales 38
Glosario básico de género 40
Bibliografía 41
Tabla 1: Dimensiones de la encuesta y sus preguntas respectivas 10
Tabla 2: Tasa de respuesta por EFS a partir del universo respectivo 12
Tabla 3: Tasa de distribución según sexo 13
Tabla 4: Tasa de distribución según rango de edad 13
Tabla 5: Tasa de distribución según nivel educacional 13
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1: Porcentaje de acuerdo sobre la temática de género según sexo 18
Gráfico 2: Porcentaje de acuerdo sobre estereotipos de género según sexo 20
Gráfico 3: Porcentaje de acuerdo sobre la percepción en el tiempo
de la igualdad de género en su organización según sexo 26
Gráfico 4: Porcentaje de acuerdo respecto de la percepción de la
igualdad de género en distintas formas de emplear el lenguaje en su
organización según sexo 27
Gráfico 5: Porcentaje de acuerdo sobre la percepción de la igualdad
de género en las acciones institucionales según sexo 29
Gráfico 6: Porcentaje de acuerdo sobre la implementación de la
igualdad de género en la política de remuneraciones, incentivos,
beneficios y acceso a actividades de capacitación y formación 30
Gráfico 7: Porcentaje de acuerdo sobre la percepción de la igualdad
de género en el liderazgo profesional en su organización según sexo 31
Gráfico 8: Porcentaje de acuerdo sobre la implementación de la
igualdad de género en la ocupación, selección y ascenso en
puestos de trabajo 33
Gráfico 9: Porcentaje de acuerdo sobre procedimientos, casos
y sanciones de acoso u hostigamiento sexual en su
organización según sexo 34
Gráfico 10: Porcentaje de acuerdo sobre la igualdad de género
en políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral 36
La igualdad de género es una cuestión de derechos humanos, así como un requisito para el desarrollo
humano centrado en las personas. El tema de género en la Organización Latinoamericana de Entidades
Fiscalizadoras Superiores de América Latina y el Caribe (OLACEFS) comenzó a tomar fuerza a partir
de abril del 2012, fecha en que se realizó el encuentro “Género y Transparencia en la Fiscalización
Superior” en Santo Domingo, República Dominicana. En este marco se acuñó la Declaración de
Santo Domingo
1, que reafirma la voluntad de las EFS miembros de esta organización en relación a la
aplicación de políticas de género a lo interno de las entidades, así como en la labor auditora.
El año 2014, en Cusco, Perú, se adoptó en la Declaración del Cusco
2, que busca la incorporación
transversal de la perspectiva de género en la fiscalización superior.
En el plano universal, la Asamblea General de la ONU adoptó en 2014 la Resolución A/69/228
3, que
promociona y fomenta la eficiencia, rendición de cuentas, eficacia y transparencia de la administración
pública mediante el fortalecimiento de las entidades fiscalizadoras superiores, reconociendo su
desempeño para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, como lo es el ODS 5: “Igualdad de
Género”.
Desde ese entonces, en el marco de OLACEFS se han llevado a cabo dos auditorías coordinadas
en torno a la igualdad de género, que son cruciales para asegurar que las políticas y estrategias se
adhieran a los compromisos mundiales de promover la igualdad de género e impulsar un aprendizaje
práctico en torno a la incorporación de esta perspectiva, de acuerdo a la norma internacional ISSAI 12
“El Valor y Beneficio de las EFS”
4.
La primera de ellas comenzó su proceso el año 2014 con la participación de las EFS de Costa Rica,
Chile y Puerto Rico. Esta iniciativa buscó evaluar la incorporación de asuntos de género a políticas,
estrategias, programas y proyectos de los gobiernos evaluados. Se auditó en torno a las temáticas de
educación, salud y empleo en los tres países participantes, cuyos resultados fueron publicados el año
2015 y están disponibles aquí.
La segunda auditoría coordinada evaluó la preparación de los gobiernos para la implementación del
Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5, esto es, lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a
todas las mujeres y las niñas. En esta oportunidad participaron 18 EFS
5 que evaluaron a sus gobiernos
en torno al eje planificación, financiamiento y seguimiento. Los hallazgos de esta auditoría están
disponibles aquí.
Además, las EFS agrupadas en la Organización Internacional de Entidades Fiscalizadoras Superiores
(INTOSAI por sus siglas en inglés), han definido cuatro ejes o abordajes de acción por medio de los
cuales pueden contribuir significativamente para la implementación de los Agenda 2030. Uno de esos
lineamientos busca liderar con el ejemplo en materia de ODS. Es por ello que se preparó una encuesta
que buscó conocer la situación de igualdad de género interna en cada EFS de la OLACEFS. Este
documento es el informe de resultados de dicha encuesta.
1 Declaración de Santo Domingo: http://www.olacefs.com/wp-content/uploads/2012/05/Declaracio%CC%81n-SANTO-DO –
MINGO.pdf
2 Declaración de Cusco: http://www.olacefs.com/p13689/
3 Resolución A/69/228 de la ONU aprobada por la Asamblea General: https://undocs.org/es/A/RES/69/228
4 Para descarga y lectura de la norma ISSAI 12: http://www.issai.org/issai-framework/2-prerequisites-for-the-functio –
ning-of-sais.htm
5 16 Entidades Fiscalizadoras Superiores del continente, a saber: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba,
Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, México, Paraguay, Perú, Venezuela y Uruguay; 1 Entidad De Control Subnacional
(Contraloría de Bogotá D.C., Colombia); y, 1 Entidad Fiscalizadora Superior de Europa (Tribunal de Cuentas de España).
INTRODUCCIÓN
Este estudio se erige como una primera aproximación cuantitativa a la incorporación de la perspectiva de género. A
partir de este diagnóstico exploraremos las oportunidades de continuar con un estudio cualitativo que complemente
el análisis que se presenta a continuación.
Objetivo general
Este estudio buscó conocer la percepción que tienen las funcionarias y funcionarios de las EFS miembros de la
OLACEFS respecto a la igualdad de género al interior de sus instituciones, considerando su percepción personal
sobre la materia, sobre la cultura organizacional y sobre la implementación de la igualdad de género en la gestión
interna de las entidades donde se desempeñan.
Metodología
El enfoque metodológico de este estudio fue cuantitativo de carácter exploratorio, cuyo instrumento único fue una
encuesta de percepción online de 33 preguntas, utilizando una escala de Likert de 1 a 4 con las siguientes etiquetas:
1) Muy de acuerdo; 2) De acuerdo; 3) En desacuerdo; y 4) Muy en desacuerdo.
En cuanto al levantamiento de información, se realizó desde el 22 de noviembre al 14 de diciembre de 2018, con una
extensión hasta el 31 de diciembre de 2018 y una prórroga especial otorgada a las EFS de Argentina, Brasil y México,
que solicitaron más plazo por ser Entidades que tienen receso entre mediados de diciembre y enero, lo que significó
una ampliación de la fecha límite al 31 de enero de 2019.
Dimensiones del instrumento
El instrumento utilizado fue una encuesta de percepción sobre la situación de género en tres dimensiones: 1)
Percepción personal; 2A) Percepción de la cultura organizacional de las EFS; y, 2B) Percepción de la implementación
de la igualdad de género al interior de las EFS. A continuación, desarrollamos una descripción sobre cada ítem.
INFORME DE RESULTADOS
ENCUESTA DE PERCEPCIÓN
SITUACIÓN DE
GÉNERO AL
INTERIOR DE LAS
ENTIDADES DE
OLACEFS
9
Ítem 1 – Percepción Personal
Este ítem se dividió en dos grandes temáticas. En primer lugar, buscó conocer la percepción de las personas en
relación a la valoración y comprensión de la temática de género y de la igualdad de género según sexo, en tanto
conceptos vinculados a un enfoque de derechos humanos igualitario para mujeres y para hombres, de acuerdo con la
Organización de las Naciones Unidas y con los planteamientos de ONU Mujeres. En segundo lugar, buscó conocer en
particular la percepción sobre los estereotipos de género, incluyendo elementos relacionados al ámbito profesional
(división sexual del trabajo) y al de la expresión emocional.
A través de ambas temáticas, nos aproximamos a determinar si existe a nivel personal una comprensión del concepto
de género y de los diversos estereotipos en torno a él como construcciones socioculturales e históricas –y por tanto,
cuestionables y maleables- o si más bien se comprenden como una división determinista y cerrada proveniente de
una matriz biológico-sexual inmutable. Tener claridad sobre estos aspectos conceptuales permite fundamentar una
línea base mínima para analizar en qué estado se encuentra nuestro propio sentido común vinculado a la temática,
lo que es fundamental para evaluar nuestra situación actual y para sostener las afirmaciones y desafíos posteriores.
Ítem 2A – Percepción de la Cultura Organizacional de las EFS
En general, los ítems 2A y 2B se diferencian del Ítem 1 en tanto se tratan de percepciones relativamente menos
personales y menos generales, puesto que están asociadas a un contexto específico: el institucional y laboral. De
acuerdo a esto, el Ítem 2A recogió la percepción en el tiempo de la igualdad de género según sexo, la percepción de
la igualdad de género en distintas formas de emplear el lenguaje en las EFS según sexo y la percepción de la igualdad
de género tanto en opiniones profesionales como en la igualdad de voz y voto en la toma de decisiones en las EFS
según sexo.
Esto nos permite tener un balance de la percepción de la igualdad de género en las EFS en el tiempo, comparando
el estado actual con el pasado y el futuro, también dar cuenta de cómo el lenguaje institucional, formal e informal
contienen (o no) este enfoque y, finalmente, revisar si existe alguna discriminación de género en cuanto a la valoración
de las opiniones en materia de trabajo o en cuanto a la toma de decisiones en las EFS.
De este modo, es posible comenzar a ejercitar la coherencia entre nuestra opinión, creencias y esperanzas a futuro
relativas a la igualdad de género, con su promoción en el presente empírico y las formas del lenguaje que utilizamos
en nuestra organización cotidianamente, analizando así la distancia que existe entre nuestras ideas, proyecciones y
su realización concreta en nuestros espacios de trabajo.
Ítem 2B – Percepción de la Implementación de la igualdad de
género al interior de las EFS
Este Ítem se refirió a la percepción de la implementación de aquellas acciones y prácticas institucionales concretas
que permiten dar cuenta de la igualdad de género al interior de las Entidades de la OLACEFS, en relación a diversas
políticas institucionales. Se consideró el porcentaje de acuerdo promedio según sexo en cinco ámbitos: 1)
Percepción de la existencia y suficiencia de acciones institucionales; 2) Procedimientos, casos y sanciones de acoso
u hostigamiento sexual; 3) Selección, ascenso y conformación de equipos de trabajo; 4) Política de remuneraciones,
incentivos, beneficios y acceso a actividades de capacitación o formación; y, 5) Políticas de conciliación entre la vida
familiar y laboral.
En este tercer ítem podemos poner a prueba de un modo más concreto la percepción de la igualdad de género
en las EFS, en tanto las preguntas (afirmaciones) realizadas llevaban dentro de su fraseo la idea “en la práctica”,
exigiéndole un criterio de realismo a las respuestas de las encuestadas y encuestados. De este modo, la percepción
tiene mejores posibilidades de acogerse a una visión más crítica y realista, trayendo a la memoria y a la imaginación
aquellas dificultades reales que se puedan estar viviendo al interior de la organización en cuanto a la implementación
efectiva de la igualdad de género a través de diversas políticas institucionales.
10
A continuación, se pueden apreciar las dimensiones de la encuesta asociadas a sus preguntas respectivas.
Tabla 1: Dimensiones de la encuesta y sus preguntas respectivas
DimensionesPreguntas asociadas
Ítem 1:
Percepción Personal
1. Me interesan los temas asociados a género.
2. Empatizo con los temas de género.
3. Creo que la igualdad de género es un medio para lograr la igualdad de oportunidades.
4. Creo que hablar de género está relacionado con otorgar mayores derechos a las mujeres.
5. Creo que mi sexo biológico restringe mi expresión emocional.
6. Creo que mi sexo biológico me obliga a realizar labores domésticas en mi hogar.
7. Creo que mi sexo biológico me obliga a ser el proveedor de mi hogar.
8. Creo que las responsabilidades que derivan de mi sexo biológico son un obstáculo para
desarrollarme profesionalmente.
Ítem 2A:
Percepción
de la Cultura
Organizacional de las EFS
9. Se promueve la igualdad de género para todas las personas.
10. En comparación al pasado, las personas de su organización se muestran más interesadas en la
igualdad de género.
11. En el futuro habrá mayor igualdad de género en su organización.
12. Existe un discurso institucional claro en relación a los temas de igualdad de género.
13. En el lenguaje cotidiano de su organización se incorpora la igualdad de género (ejemplo: lenguaje no sexista).
14. Se hacen regularmente comentarios, ironías, burlas y/o bromas que destacan atributos físicos de mujeres u hombres.
11
DimensionesPreguntas asociadas
Ítem 2B:
Percepción de la Implementación
de la igualdad de
género al interior de las EFS
15. En la práctica, existen acciones institucionales (políticas, difusión,
procedimientos, etc.) en
materia de igualdad de género.
16. Son suficientes las acciones institucionales (políticas, difusión, pr ocedimientos, etc.) que existen
para combatir la desigualdad de género.
17. La política de remuneraciones, incentivos y beneficios se aplica de forma equitativa para mujeres y hombres.
18. En la práctica, mujeres y hombres gozan de igualdad de acceso a actividades de capacitación y formación.
19. Las opiniones referidas a materias de trabajo en su organización son valoradas en forma distinta si quien las emite es una mujer o un hombre.
20. En la práctica, mujeres y hombres tienen igualdad de voz y voto en la toma de decisiones.
21. Los equipos conformados equitativamente entre mujeres y hombres logran mejores resultados.
22. En la práctica, todos los cargos pueden ser ocupados indistintamente por mujeres u hombres.
23. El sexo biológico de mujer u hombre condiciona las posibilidades de ascenso dentro de su organización.
24. Las condiciones de postulación y selección de cargos para la alta dirección promueven una participación igualitaria entre mujeres y hombres.
25. Existen procedimientos para denunciar un caso de acoso sexual.
26. Conozco los procedimientos que existen en la organización para denunciar un caso de acoso sexual.
27. Existen o han existido casos de acoso u hostigamiento sexual.
28. Es posible sancionar a quien acosa u hostiga sexualmente a otra persona.
29. En la práctica, existen acciones institucionales que promueven la conciliación entre la vida familiar y laboral tanto para mujeres como para hombres.
30. En la práctica, la aprobación de permisos para ausentarse del trabajo está condicionada por el sexo biológico de mujer u hombre.
31. Se otorgan facilidades y permisos para promover la co-responsabilidad parental.
32. En la práctica, se toman las medidas para que los permisos parentales no afecten el desempeño de los equipos de trabajo.
33. En la práctica, la institución facilita el acceso a guardería infantil para madres, padres y/o cuidadoras/es.
12
Universo, tasa de respuesta y caracterización
de la muestra
El universo considerado para este levantamiento contempló a la totalidad de las funcionarias y funcionarios de las 22
Entidades Fiscalizadoras Superiores Miembros Plenos de la OLACEFS, que corresponden a una dotación general de
32.139 funcionarias y funcionarios, con 4.469 encuestas respondidas, lo que representa un 14% del universo total.
Tabla 2: Tasa de respuesta por EFS a partir del universo respectivo
Entidad Fiscalizadora Superior RespuestaUniversoTasa de
respuesta
respecto del universo
n N %
Contraloría General del Estado Plurinacional de Bolivia 312312100%
Auditoría Superior de la Federación de México 9793106 32%
Contraloría General de la República de Chile 6772.102 32%
Auditoría General de Belice 124229%
Contraloría General de la República de Perú 7622.989 25%
Contraloría General de la República de Costa Rica 17070324%
Contraloría General del Estado de la República del Ecuador 4332.513 17%
Oficina del Contralor del Estado Libre Asociado de Puerto Rico 81520 16%
Tribunal Superior de Cuentas de la República de Honduras 98660 15%
Contraloría General de la República de Panamá 4163.660 11%
Tribunal de Cuentas de la República Oriental del Uruguay 36376 10%
Auditoría General de la Nación Argentina 1161.320 9%
Cámara de Cuentas de la República Dominicana 34520 7%
Contraloría General de Cuentas de la República de Guatemala 1302.311 6%
Contraloría General de la República de Paraguay 33940 4%
Contraloría General de la República de Colombia 1284.000 3%
Corte de Cuentas de la República de El Salvador 121.321 1%
Tribunal de Cuentas de la Unión de Brasil 202.369 1%
Contraloría General de la República de Cuba 161.240 1%
Contraloría General de la República Bolivariana de Venezuela 2662 0%
Contraloría General de la República de Nicaragua 1443 0%
Contraloría General de Curazao 130 0%
Total OLACEFS 4.46932.139 14%
En la estadística global, con un margen de error del 5% y un nivel de confianza del 95%, un total de 4.469 respondentes
de la OLACEFS representan una muestra estadísticamente aceptable para un análisis transversal, considerando a la
totalidad de las EFS de manera anónima.
Al utilizar el mismo criterio en forma individual, solamente 6 EFS (destacadas en la Tabla 2) satisfacen las exigencias
mínimas de representatividad muestral
6 para un eventual análisis comparativo posterior. Estas son: 1) Contraloría
General del Estado Plurinacional de Bolivia; 2) Auditoría Superior de la Federación de México; 3) Contraloría General
de la República de Chile; 4) Contraloría General de la República de Perú; 5) Contraloría General del Estado de la
República del Ecuador; y 6) Contraloría General de la República de Panamá. Las 16 EFS restantes no satisfacen este
criterio en sus tasas de respuesta, sin embargo, las respuestas de sus funcionarios fueron consideradas para el
análisis general.
6 La representatividad de cada EFS no se encuentra en la Tabla 2. Se evaluó individualmente sobre la base del concepto de representatividad
muestral en relación a sus universos respectivos, coloreando a las EFS que satisficieron este criterio. A modo de ejemplo, la EFS de Belice tuvo
una tasa de respuesta de un 29% (de las más altas), con 12 encuestas atendidas de un universo de 42 funcionarias y funcionarios. Sin embargo,
para ser considerados con una representatividad muestral adecuada, habrían requerido de a lo menos 38 respuestas. Como se puede ver, esto
es independiente del porcentaje de su tasa de respuesta derivada del universo de la OLACEFS.
13
Las siguientes tres tablas caracterizan la muestra a partir de las variables sexo, edad y nivel educacional, de acuerdo
al perfilamiento de la encuesta.
Tabla 3 – Tasa de distribución según sexo
Sexo n%
Mujer 225450%
Hombre 219249%
Prefiere no especificar 231%
Total 4469100%
La variable sexo es fundamental para este estudio, pues permite evidenciar cuán diferenciada puede ser la percepción
de mujeres y hombres en torno a la situación de género. Se puede ver que la distribución por sexo es equivalente
entre mujeres (50%) y hombres (49%). En cuanto a las personas que prefirieron no especificar su sexo, consideramos
que su porcentaje no es estadísticamente significativo (1%) para los resultados de este estudio.
Tabla 4 – Tasa de distribución según rango de edad
Rango de edad (años) n%
29 o menos 69515%
30-39 155135%
40-49 116226%
50-59 78518%
60 o más 2766%
Total 4469100%
La edad de las funcionarias y funcionarios se dividió en rangos de 10 años, permitiéndonos notar que la mayor
cantidad de respuestas fue de personas entre los 30 y los 39 años (35%), y luego entre 40 y 49 años (26%), a los que
les siguen las que están entre 50 y 59 años (18%), 29 años o menos (15%) y 60 años o más (6%). Esto nos sirve para
tener en cuenta qué grupos etarios tuvieron una mayor representatividad en las respuestas analizadas.
Tabla 5 – Tasa de distribución según nivel educacional
Nivel educacional n%
Posgrado (máster, doctorado o símil) 129629%
Universitaria completa 275662%
Universitaria incompleta 2726%
Secundaria completa 1373%
Secundaria incompleta 80%
Total 4469100%
En esta tabla se puede apreciar que el nivel educacional de las funcionarias y funcionarios de la OLACEFS que
respondieron la encuesta es bastante alto, con un 62% de personas con formación universitaria completa y un 29%
con posgrado (máster, doctorado o símil), lo que representa un 91% de los casos.
Lo anterior, no quiere decir que estas percepciones sean más objetivas o correctas, pues siempre se trata de
interpretaciones subjetivas que conllevan impresiones, sensaciones, experiencias vividas y/o representaciones
imaginarias del mundo. Sin embargo, sí puede decirse que se trata de percepciones probablemente acompañadas
de cierta densidad conceptual, capacidad de abstracción, reflexividad y capacidad crítica, en coherencia con una
mayor cercanía al contexto académico. Esto no necesariamente representa una garantía en relación al conocimiento
respecto del enfoque de género, pero sí indica una base educacional para su oportuna comprensión y asimilación, lo
que es positivo para las Entidades Fiscalizadoras Superiores de la OLACEFS.
14
Resultados
Marco conceptual
Para revisar los conceptos claves que orientan este estudio, a continuación desarrollaremos un marco conceptual
que nos permitirá dibujar las bases teóricas del enfoque de género a considerar de aquí en adelante.
Cuando nos referimos al concepto de género, es conveniente referirnos también al concepto de sexo (ver glosario de
género); no porque signifiquen lo mismo o porque sean categorías de la misma naturaleza, sino precisamente porque
suelen confundirse lo que es precisamente uno de los problemas fundamentales que el enfoque de género intenta
aclarar y resolver.
El sexo es una categoría que pertenece al ámbito biológico, material, que nos permite distinguir anatómicamente a
un hombre de una mujer.
El género es una categoría que pertenece al ámbito de las representaciones mentales referidas a aquellos roles
sociales de mujeres y hombres, que cambian de acuerdo al momento histórico y la sociedad en que estén insertos.
Pertenece entonces al campo mental, configurado y robustecido a través del enlace que la propia mente realiza
entre nuestras creencias y ciertas imágenes asociadas a las mismas (representaciones), dándoles una sustancia
imaginaria a estos roles, comportamientos, actividades y atributos de mujeres y hombres en cada sociedad (ONU
Mujeres, 2019).
En otras palabras, el género es una categoría que dice relación con cómo configuramos ciertas representaciones de
los roles sociales de mujeres y hombres para “hacernos una idea” de cómo son en una sociedad determinada y un
momento histórico determinados. Como es evidente, si son categorías tan distintas (una física y otra mental), ¿por
qué suelen confundirse? ¿por qué deberíamos tener precaución? Aquí viene la problemática. Es porque la dimensión
del género, al ser de carácter subjetiva, cultural e histórica, está expuesta al efecto de la ideología, esto es, a la
idea que no podemos comprender el mundo sin una pre-concepción sobre el mismo, que opera como un filtro de la
realidad y tiende a consolidarse como parte del sentido común.
De acuerdo a la hermenéutica ontológica de Heidegger y Gadamer, la ideología es un fenómeno inevitable
7, pues
siempre estamos envueltos en ciertas tradiciones que están operando y que nos otorgan una representación de la
realidad antes que podamos siquiera cuestionarla. Aceptar que esto es parte de nuestra realidad actual es también
afirmar que la ideología es parte de nuestra vida cultural, que opera como un fundamento simbólico y cognitivo
sustentado en ciertos paradigmas, bajo el entendido que no vivimos en un mundo donde nuestros sentidos comunes
se renuevan y comienzan desde cero cada día en forma automática.
En este sentido, el efecto ideológico puede volverse problemático en la medida en que asumamos como naturales e
innegables sus ideas paradigmáticas, poniendo en riesgo nuestra convivencia, dependiendo de cuáles y cómo sean
esas ideas. En efecto, Gadamer nos dice que la ideología debe ser sometida a nuestro sano juicio, de tal modo que
una determinada tradición (siempre con un efecto ideológico) se gane su autoridad, pues si bien ninguna tradición
es neutra, tampoco poseen autoridad per sé. No se trata de barrer con todas las tradiciones o ideologías, pues son
necesarias e inevitables, sino más bien de escoger reflexiva y críticamente qué queremos conservar de ellas y qué
queremos modificar -parcial o totalmente- de manera que su efecto simbólico nos permita configurar un horizonte
cultural beneficioso para todas las personas, permitiéndonos vivir en plenitud e igualdad de derechos.
7 Esta es la función positiva de la ideología en la interpretación que hace Ricoeur de la hermenéutica ontológica de Gadamer y Heidegger, en
contraste con la noción negativa de la ideología proveniente del marxismo y la teoría crítica como falsa conciencia. Ambas posturas son válidas
para el enfoque de género. Se utilizó la noción hermenéutica por estar más ligada a los estudios culturales, enfatizando su carácter de “inevita-
ble”. Para profundizar en ambas posturas, revisar: Ricoeur, P. (2001). Del Texto a la Acción: Ensayos de Hermenéutica II. FCE: México D.F.
15
¿Cuál es, entonces, aquella ideología que dice relación con la confusión entre las categorías de sexo y género que nos
están afectando? Se trata de un sistema ideológico amplio y complejo que muchos autores coinciden en identificar
como el patriarcado, una ideología sexual que justifica la dominación sobre la base de una supuesta inferioridad
biológica de las mujeres (Facio y Fries, 2005).
El patriarcado afecta de un modo más evidente a las mujeres, ubicándolas en un plano de inferioridad en la mayoría
de los ámbitos de vida. También restringe y limita a los hombres a pesar de su status de privilegio, forzándolos a
prescindir de estos roles de comportamiento, poniendo en tensión sus relaciones con las mujeres y maximizando
sus diferencias, entre muchas otras complejas y profundas consecuencias negativas (ídem, 2005). La ideología
sexual perpetúa un marco desigual para las mujeres y hombres en la sociedad, ergo, el enfoque de género responde
acuñando el concepto de igualdad de género, que de acuerdo al glosario de género de ONU Mujeres
8:
Se refiere a la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres y de las
niñas y los niños. La igualdad no significa que las mujeres y los hombres serán iguales, sino que los derechos,
responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres no dependerán de si nacieron con determinado
sexo. La igualdad de género implica que los intereses, necesidades y prioridades de mujeres y hombres se toman
en cuenta, reconociendo la diversidad de diferentes grupos de mujeres y hombres. La igualdad de género no es un
asunto de mujeres, sino que concierne e involucra a los hombres al igual que a las mujeres. La igualdad entre mujeres
y hombres se considera una cuestión de derechos humanos y tanto un requisito como un indicador del desarrollo
centrado en las personas. (ONU Mujeres, 2019)
Considerando lo anterior, y volviendo al problema de las categorías implícito en la ideología patriarcal, observemos
nuevamente con atención para visualizar esta aparente confusión.
Si la ideología patriarcal es “sexual”, entonces ya hay una distorsión evidente, pues quiere decir que se ha instalado
una categoría biológica (el sexo) como si fuese una categoría atingente al ámbito de nuestras representaciones
(el género). Entonces puede ocurrir algo extraño: cuando nos representamos o imaginemos determinados roles
sociales de mujeres y hombres, en tanto modelos impuestos por la ideología patriarcal que asumimos muchas veces
pasivamente (desde la familia, escuela, trabajo, etc.), podemos imaginarnos estas representaciones como si fuesen
un reflejo de las diferencias sexuales entre mujeres y hombres. Es el efecto metafórico de la ideología: mostrar una
cosa como si fuese otra.
En otras palabras, hay una alta probabilidad de imaginarnos el género reduciéndolo a meras diferencias sexuales
entre mujeres y hombres. ¿Qué ocurrió? Aquello que pertenecía a una categoría mental dinámica -que podría variar
históricamente (como el género)- acabó siendo equivalente a algo estático, es decir, a-histórico (como el sexo).
Evidentemente, el problema no tiene que ver con las categorías biológicas como tales. La verdadera problemática es
que una representación social e histórica como el género, sin dejar de pertenecer al plano mental, comenzó a verse
restringida de acuerdo a las posibilidades de la mera diferencia sexual. Esto, como si tuviese que existir una fidelidad
entre la representación mental de lo que un hombre o una mujer realiza en la sociedad y sus diferencias sexuales
biológicas.
Lo anterior produce tres fenómenos consecutivos: 1) el sexo comienza a ser representado como si fuese una
categoría de género; 2) las representaciones sociales sobre el rol de la mujer y el hombre en la sociedad (género)
comienzan, consecuentemente, a ser reducidas a las simples características de su diferencia sexual; y, 3) como
consecuencia, se configura un imaginario desigual que se naturaliza a nivel cultural y socioeconómico, derivando en
diversas formas de discriminación, así como estereotipos, roles y representaciones de género.
8 Recuperado de: https://trainingcentre.unwomen.org/mod/glossary/showentry.php?eid=187
16
Dada esta confusión instalada por la ideología patriarcal, si quisiéramos poner nuevamente un orden entre estas
categorías, repensaríamos este problema de acuerdo con Joan Scott:Es el género el que produce significados para el sexo y la diferencia sexual, no el sexo el que determina los
significados del género. Si éste es el caso (como lo han insistido hace tiempo algunas feministas) no sólo
no hay distinción entre sexo y género, sino que el género es la clave para el sexo. Y en tal caso, entonces el
género es una categoría útil para el análisis porque nos obliga a historizar las formas en las cuales el sexo
y la diferencia sexual han sido concebidos (…) Cuando el género es una pregunta abierta sobre cómo se
establecen estos significados, qué implican, y en qué contextos, entonces sigue siendo una categoría útil
para el análisis, por ser crítica. (Scott, J., 2011, pp. 100-101)
9.
Efectivamente, es el género el que otorga significados socioculturales e históricos al rol del hombre y la mujer en
la sociedad, y por tanto éstos no deberían derivarse de sus diferencias biológicas, pues la biología como tal no
produce significaciones; nosotras y nosotros las producimos. Ceñir nuestras significaciones a lo biológico invisibiliza
la complejidad y diversidad del género.
Dicho de otra forma, la diferencia sexual fue disfrazada de género para imponer unos determinados roles sociales a
mujeres y hombres de un modo desigual, con la justificación que se trata de algo “natural”, científico –aparentemente
incuestionable- y que, por tanto, no amerita ninguna discusión, tratándose de una visión binaria que se instaura como
norma hegemónica.
De este modo, la perspectiva de género se ha vuelto un ejercicio reflexivo y crítico de desnaturalización de las
representaciones sociales de mujeres y hombres como diferencias sexuales en diversos ámbitos de la sociedad. En
relación a esto, algunos de los conceptos más relevantes en la forma de dominación patriarcal que comenzaron a ser
develados por el enfoque de género dicen relación con la complicidad entre la denominada división sexual del trabajo
y los estereotipos de género. Para comprender estos conceptos, ofrecemos las siguientes citas: Todavía se espera socialmente que las mujeres lleven la responsabilidad principal en la crianza de sus
hijos y en el desempeño de sus labores domésticas, lo cual limita sus opciones de incursionar y progresar
en el ámbito laboral y político, al mismo tiempo que no contribuye a una distribución equitativa de
responsabilidades entre ambos miembros de la pareja. (CIDH, 2009, párr. 157)
10.
La falta de reconocimiento de la esfera de la reproducción y cuidado de la vida provoca una jerarquización
que valoriza las actividades productivas, así como los escenarios y los sujetos que (en su mayoría varones)
las realizan. Las causas pueden buscarse en un “contrato sexual” implícito, hombre proveedor y mujer
ama de casa, que mantiene un fuerte peso simbólico hasta la actualidad(…)Este “contrato” entre varones
y mujeres se ha conceptualizado como división sexual del trabajo y refiere a la distribución que la especie
9 Recuperado de: http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/revistas/06/feminismo-genero-y-patriarcado.pdf
10 Recuperado de: https://www.oas.org/es/cidh/mujeres/docs/pdf/ESTANDARES%20JURIDICOS.pdf
17
humana ha realizado entre las actividades necesarias para su supervivencia, de tal modo que las de
reproducción y de cuidado han sido atribuidas a las mujeres y las de producción de bienes, a los varones.
En las sociedades actuales, se reconoce y valora en mayor medida la producción de bienes y se les asigna
menor valor a las tareas de reproducción y cuidado de la vida. (Batthyány, Genta & Perrotta, 2018, p. 34).
De acuerdo a la cita anterior, además de limitar las representaciones sociales de mujeres y hombres en la sociedad,
los estereotipos de género son funcionales al patriarcado y a la división sexual del trabajo. Como veremos más
adelante, estos estereotipos no solo se vinculan al ámbito del trabajo, sino también con diversos modelos de crianza
en cuanto a la regulación y expresión emocional de mujeres y hombres desde su infancia.
Análisis Transversal
Para la presentación de resultados de este análisis transversal escogimos una modalidad sintética, donde
desarrollamos el análisis descriptivo por cada ítem de acuerdo a conjuntos temáticos y en correspondencia con las
referencias teóricas necesarias para delimitar el contexto conceptual que los rodea. De este modo, damos cuenta
del panorama transversal de las respuestas de las funcionarias y funcionarios de la OLACEFS, planteando algunas
preguntas retóricas para ampliar el debate y dotar de continuidad al estudio. Finalmente, realizaremos algunas
reflexiones sobre los hallazgos más relevantes, además de algunas recomendaciones metodológicas a tener en
cuenta para nuevas investigaciones relativas al ODS 5 de Igualdad de Género en las Entidades de la OLACEFS.
Comenzamos a trabajar sobre el ítem 1 relativo a la percepción personal. Este ítem se puede subdividir en dos
temáticas: 1) La afinidad existente sobre la temática de género según sexo; y, 2) La percepción sobre los estereotipos
de género según sexo. En ambos casos –y para todo el análisis- se considerarán estas percepciones siguiendo los
porcentajes de acuerdo según sexo, correspondientes al promedio porcentual entre las respuestas “muy de acuerdo”
y “de acuerdo” de nuestra escala de Likert.
La percepción personal sobre la temática de género aborda la afinidad que las encuestadas y encuestados tienen
sobre la misma. Sin embargo, ésta podría estar vinculada a la comprensión de los conceptos de género e igualdad
de género. En cuanto a la percepción personal sobre los estereotipos de género, ésta profundiza y aterriza un punto
más específico dentro de la percepción del género, vinculado a la división sexual del trabajo.
18
Como se puede apreciar en el Gráfico 1, el
porcentaje de acuerdo entre mujeres y hombres
supera el 90% en tres de las cuatro preguntas
iniciales. De esto se deriva la existencia de una
amplia afinidad con la temática de género, donde
no hay una disminución significativa (3%) entre el
mero interés (como disposición anímica relativa)
y la empatía por la misma, que por definición
lleva asociado un sentimiento de identificación.
Adherir a una causa representa una afinidad
mayor que el interés por ella. En este caso se
suceden ambas formas de valoración con un alto
porcentaje.
Existe un amplio acuerdo entre mujeres y hombres
(95%) en torno a que la igualdad de género está
vinculada a la igualdad de oportunidades, lo que
se alinea con la definición de igualdad de género
de ONU Mujeres, que incluye el concepto de
igualdad de oportunidades. Esto significa que
se reconoce que el enfoque de género tiene un
impacto en diversas dimensiones, que abordan
desde lo económico-material hasta lo jurídico,
representacional-mental o emocional, y no pertenece a una discusión académica aislada de
la realidad concreta.
Lo curioso es la baja de un 40% ante la pregunta
“Creo que hablar de género está relacionado
con otorgar mayores derechos a las mujeres”
¿Por qué se dio esta baja?
Si consideramos –razonablemente- que “otorgar
mayores derechos a las mujeres” fue comprendido
como “otorgar mayores derechos a las mujeres
que a los hombres”, entonces podemos deducir
que un 40% de las personas que tenían afinidad
con la temática de género y que la vinculaban a
la igualdad de oportunidades, dudaron de esta
afirmación, desde la base que la igualdad de
género no tendría que ver con otorgar mayores
derechos a las mujeres en particular, sino con
la restauración de una condición fundamental
igualitaria entre mujeres y hombres.
Esto significa que un 40% de personas han
comprendido el enfoque de la igualdad de género
tal como lo promueve el ODS 5 y ONU Mujeres,
en coherencia con sus respuestas anteriores. A
Gráfico 1 – Porcentaje de acuerdo sobre la temática de género según sexo
19
su vez, esto sería consistente con la persistencia
de un alto porcentaje de acuerdo (53%) que no
presenta variaciones entre mujeres y hombres, lo
que quizás habla que nuestra afirmación no fue lo
suficientemente clara. En este sentido, hacemos
la autocrítica y asumimos que podríamos haber
utilizado una pregunta más directa que permitiera
a las personas posicionarse a favor o en contra
de la igualdad de género, sin una asociación
indirecta con la igualdad de oportunidades,
procurando así un posicionamiento más explícito
y transparente de parte de las encuestadas y
encuestados.
De todas formas, cabe la posibilidad que un 53%
de las personas piense que efectivamente la
igualdad de género está relacionada con otorgar
mayores derechos particularmente a las mujeres.
Esto no necesariamente desconoce que los
hombres se vean afectados por la desigualdad
de género, sino que puede ser un reconocimiento que para las mujeres la situación es más explícita
o más difícil.
De cualquier forma, no podemos dejar de
hacernos una pregunta clave: ¿Qué están
entendiendo las mujeres y los hombres cuando
se refieren a “mayores derechos” para las
mujeres?
Conviene aclararlo a fin de evaluar si
existe una distancia conceptual entre cómo las
personas entienden –y se imaginan- la igualdad
de género y cómo el ODS 5 y ONU Mujeres lo
entiende y promueve. No se trata de ajustar la
percepción de las personas a una definición
conceptual “correcta”, sino de poder analizar qué
creencias particulares atraviesan la noción de
“derechos” y de “igualdad de oportunidades” que
acompañan su percepción sobre la igualdad de
género.
Podemos preguntarnos más directamente: ¿Creen realmente las personas que a las mujeres se
les deba otorgar más derechos que a los hombres para alcanzar la igualdad de género? Y también
¿Qué se imaginan los hombres que son esos “mayores derechos” para las mujeres? ¿Es esta visión
distinta a la de ellas? Esto aclararía el porcentaje de acuerdo entre mujeres y hombres respecto de
la cuarta pregunta (53%). Para las mujeres, en relación a necesidades concretas que se les otorgue
como “derechos”. Para los hombres, determinar si estuvieron de acuerdo porque se trata de lo que
“las mujeres necesitan” o si han elaborado ideas concretas que sustenten su percepción, pues si es lo
primero podrían caer en un sesgo ideológico paternalista hacia las mujeres.
Finalmente, sería interesante preguntarles a los hombres: ¿Creen que ustedes también necesiten
“derechos” que se les respeten? De ser así ¿Cuáles?
20
Antes de comenzar con el análisis, hay una
explicación necesaria para comprender el Gráfico
2: las cuatro preguntas son tramposas
11. Parten
de la aseveración errónea que existe una relación
causal entre el sexo biológico y el género, en
ese orden, a propósito de la ideología patriarcal,
cuando en realidad estas dimensiones son
independientes entre sí.
Los términos “restringe”, “me obliga” y “derivan” son
todas expresiones de determinaciones causales
cerradas, esto es, que el sexo estaría obligando
al género, produciendo representaciones que no
pertenecen a su ámbito. Se plantearon de este
modo para observar e identificar la adhesión de
las personas a diversos estereotipos de género
promovidos por la norma patriarcal.
En primer lugar, teniendo en cuenta el promedio
porcentual de las cuatro respuestas, un 78% de las
mujeres y un 79% de los hombres no cree que exista
11 Este tipo de preguntas pueden utilizarse con una inten –
ción indagatoria, en la medida en que luego se justifique
su función.
un determinismo causal entre el sexo biológico
y el rol de género en la sociedad. Esto indicaría
que se ha comprendido mayoritariamente uno de
los fundamentos del enfoque de género: que no
existe este determinismo en la realidad y que los
roles de género corresponden a construcciones
socioculturales e históricas. Esto es positivo en
tanto permite que la discusión sobre el género
permanezca abierta.
En segundo lugar, vemos que un promedio
de 22% de las mujeres (1 de cada 5) y un 18%
de los hombres (1 de cada 6) ha naturalizado
algunos estereotipos de género. Esto nos lleva
a preguntarnos: ¿De qué forma justifican
su identificación con estos estereotipos de
género? ¿Qué hace que la mayoría de las
mujeres y hombres de las EFS no se identifiquen
con estos estereotipos? Y si no se identifican
con ellos ¿Cómo se imaginan y justifican los
roles de género en la actualidad?
Ahora podemos avanzar a la percepción de los estereotipos de género en la sociedad y a la posibilidad
que se hayan naturalizado como predeterminados por una ideología sexual, lo que se puede pesquisar
en el siguiente gráfico:
Gráfico 2 – Porcentaje de acuerdo sobre estereotipos de género según sexo
21
Comparando las percepciones entre mujeres y
hombres en estas cuatro afirmaciones, uno de
los puntos interesantes en el que profundizar
es respecto de la afirmación “Creo que mi sexo
biológico restringe mi expresión emocional”.
Quisimos abrir un pequeño espacio para este
tópico para dar cuenta que los estereotipos de
género no solo están presentes en la división
sexual del trabajo, sino también en cómo
hombres y mujeres regulan sus emociones desde
un modelo de crianza y educación emocional
familiar, que luego incide en su comportamiento
en el trabajo. Antes de analizar la respuesta
a la afirmación mencionada, explicaremos a
qué nos referimos con el condicionamiento de
los estereotipos de género en la expresividad
emocional de mujeres y hombres.
Si seguimos la línea divisoria y desigual que
ha demarcado la ideología patriarcal, notamos
que las mujeres -al ser representadas con el
estereotipo ligado a la reproducción, los cuidados
y la vida privada- quedan en una posición más
débil socialmente, pues lo que valora la sociedad capitalista globalizada es la producción, el rol
de proveedor y la vida pública, ideológicamente
asociada al género masculino.
Esta construcción cultural de la diferencia sexual
nos puede llevar a pensar que existen marcados
contrastes entre el mundo emocional de mujeres
y hombres. Esto nuevamente es una distorsión,
puesto que lo que muestran los estudios es que
en realidad el mundo emocional entre mujeres y
hombres es similar; las verdaderas diferencias
se deben a la fuerza de las representaciones
sociales estereotipadas que se expresan a través
de narrativas culturales adoptadas por la familia
(Paladino & Gostoriaga, 2004).
Estos estereotipos delimitan cómo debemos
regular nuestra emocionalidad, es decir, qué
emociones debemos expresar y cómo debemos
hacerlo. Lo que para la división sexual del trabajo
es opresión, para los estereotipos de género
presentes en la expresividad emocional resulta
en una auto-represión, asociada a una “adecuada”
aceptación social de los roles femenino y
masculino desde la infancia.
La emocionalidad en general ha sido asociada a lo femenino, de acuerdo al estereotipo que ellas son
más emotivas que los hombres, según Ashmore, et al. (citados por Paladino & Gostoriaga, 2004).
Birnbaum, et al. (ídem, 2004) señalan que las emociones de felicidad, tristeza y miedo son consideradas
más femeninas, en cambio el enojo es atribuido mayormente a los hombres. De acuerdo a Buntaine
& Costenbader, et al. (ídem, 2004), la mayoría de los estudios refleja que las mujeres encuentran más
dificultad para expresar el enojo, mientras para los hombres es la emoción primaria y con la que se
sienten más cómodos, por lo que éstos tienden a expresar conductas más agresivas que las mujeres.
Así mismo, según Fabes & Martin (ídem, 2004), el temor no sería una conducta apropiada para el
estereotipo de género masculino. Condry & Condry (ídem, 2004) advierten que es muy probable que
los hombres prefieran no expresar miedo ni hablar sobre ello, ya que aprenden tempranamente que
eso no es consistente con el rol impuesto a su género. Respecto a la tristeza, el análisis de la literatura
muestra que tanto los padres como las madres conversan más sobre ella con las niñas que con los
niños. A su vez, Adams, et al. (ídem, 2004) menciona algo curioso: los padres suelen atribuir más
sufrimiento a las niñas, siendo que no hablan más sobre esa emoción con los niños, lo que indica que
esa diferencia no está determinada por diferencias de género de la infancia, sino por la fuerza de los
estereotipos de género.
22
Desde esta mirada, es razonable pensar que las
mujeres se sientan más reprimidas en el trabajo,
en la medida que no pueden expresar rabia,
enojo -porque pertenece al estereotipo de los
hombres- o tristeza -porque quizás implicaría un
obstáculo para la productividad-. En cambio, los
hombres podrían quejarse de no poder expresar
la tristeza, pues la rabia o el enojo podrían tenerlo
más permitido, lo que habla de una desigualdad
de género en la expresividad emocional, que de
todos modos es represiva para ambos géneros.
En este sentido, el espacio laboral podría ser
emocionalmente más sofocante para las mujeres,
quienes pueden sentir una restricción mayor del
tipo double-bind, como señala esta cita:
Shields & Geer (1996) detectaron que cuando
la mujer enfrenta un evento se encuentra
ante una situación en la cual cualquiera sea la
emoción que exprese las consecuencias siempre
son cuestionadas (double-bind), por no ser
consistente con el estereotipo de género. Por un lado, se le considera en forma negativa por su
“emocionalidad” y por el otro si no respondiera
“emocionalmente” o lo hiciere de modo más
“distante” -contradiciendo lo que se espera de ella-
también la evaluación sería negativa. Lo mismo
se observa en situaciones de crianza donde la
expectativa con respecto a la manifestación
emocional de los padres es casi opuesta a la que
se espera para las madres. Mientras se justifica
que los hombres mantengan cierta
“distancia
emocional” como indicador de objetividad, a
la mujer se le cuestiona la falta de expresión
emocional considerada necesaria como
facilitadora del aprendizaje socio-emocional de
los hijos. (Paladino & Gostoriaga, 2004, p.5)
En un segundo punto, podemos ubicar las
tres afirmaciones siguientes, que están
explícitamente vinculadas a la división sexual
del trabajo. La primera dice: “Creo que mi sexo
biológico me obliga a realizar labores domésticas
en mi hogar”. Esta es una pregunta trampa en
Adicionalmente, Paladino & Gostoriaga (2004) señalan que estas representaciones culturales
legitiman que las niñas crean que la tristeza es parte de su
“naturaleza femenina”, y por tanto aprendan
a expresarla de un modo más detallado que los hombres. De esta forma, niñas y niños “aprenden
diferentes estrategias para enfrentar los sentimientos de tristeza a partir de los modos con que los
padres se comporten y conversen sobre tales emociones y de las representaciones sociales al respecto”
(Gostoriaga & Paladino, 2004, p. 3).
Se ve que estas diferencias no dicen relación con las emociones experimentadas, sino con la regulación
de su expresión, donde niñas y niños, desde su infancia, aprenden a gestionar su emocionalidad de
acuerdo a ciertos estereotipos de género que les son impuestos como norma social, tanto en la familia
como fuera de ella.
Así, 1 de cada 7 hombres (15%) cree que no puede expresarse emocionalmente por ser hombre.
En cuanto a las mujeres, el porcentaje de acuerdo es mayor (23%, 1 de cada 4). De acuerdo a los
estereotipos señalados en los párrafos anteriores, ¿no deberían las mujeres sentirse menos
reprimidas que los hombres a nivel emocional, por la fuerza del estereotipo de género femenino?
No necesariamente, pues lo que habría que indagar aquí es ¿Cuáles son aquellas emociones que
mujeres y hombres creen no poder expresar? ¿Son las mismas? Y adicionalmente ¿En qué lugares
se sienten más restringidas/os?
Estas preguntas son fundamentales pues cuando nos referimos a “expresión emocional” asumimos que
se trata de la tristeza; entonces expresarla suele interpretarse como un acto de debilidad que atenta
contra la productividad, el éxito, la razón y el progreso, poniendo en riesgo nuestra imagen social,
seguridad existencial y económica. Esto, considerando que responden funcionarias y funcionarios de
las Entidades de la OLACEFS, por lo tanto, probablemente se refieran a la restricción de su expresividad
emocional en sus lugares de trabajo, que suelen estar dominados por estos estereotipos de género.
23
función del estereotipo patriarcal que la mujer es
la ama de casa. Podríamos decir que 1 de cada 3
mujeres (29%) piensa que por ser mujeres están
obligadas a realizar labores domésticas en su
hogar. Lo anterior, indica una naturalización de
este rol de género, incluso al punto de sentirlo
como una obligación.
A nivel profesional, también encontramos
estereotipos. 1 de cada 7 hombres (15%) está de
acuerdo con que por ser hombres están obligados
a realizar labores domésticas en su hogar, es
decir, son más las mujeres que los hombres las
que se sienten obligadas por su sexo biológico
a realizar este tipo de labores. Podemos notar
que en este punto existe un ejercicio de violencia
simbólica, esto es, “el modo en que los dominados
aceptan como legítima su propia condición de
dominación (…) en cuanto supone la capacidad de
imponer la <>” (Bourdieu & Wacquant, 1987, en
Fernández, 2005, p.12).
Las preguntas que habría que responderse a
partir de esto son ¿Qué están entendiendo
específicamente mujeres y hombres por “labores domésticas”?
¿Cómo se distinguen
entre sí? ¿Qué complejidades visualizan en
estos estereotipos de género? ¿Ven estas
labores como responsabilidades exclusivas de
su género o les gustarían otras formas de vivir
estos roles? De ser así ¿Cómo se imaginan esas
otras formas de vivir estos roles?
En este sentido, podemos aventurar una hipótesis
respecto a los hombres si es que nos ponemos
en el lugar del estereotipo tradicional: lo que los
hombres entienden por “labores domésticas”
en su hogar a las que se sienten obligados por
ser hombres, pueden ser labores de gasfitería,
arreglos eléctricos, pintar y/o labores de
carpintería y reparaciones en general. También
cabe otra hipótesis: el acuerdo de un 15% de los
hombres podría ser una manera de manifestar
que ellos también pueden realizar las mismas
labores domésticas que la mujer, donde lo que
habría que pesquisar es si lo hacen como una
“ayuda a la mujer” o reconocerían esto como su
propia responsabilidad, en tanto seres humanos
que viven en un hogar y comparten sus labores
colaborativamente. Dejamos la interpretación
abierta a lectoras y lectores.
En un tercer punto, nos encontramos con la afirmación que responde al estereotipo de género impuesto
a los hombres: “Siento que mi sexo biológico me obliga a ser el proveedor de mi hogar”. Nuevamente, de
acuerdo a las pautas tradicionales de la división sexual del trabajo, lo esperable era que los hombres
cayeran en esta trampa, considerando que la pregunta está planteada en masculino -el proveedor-.
De hecho, creemos que fue así: los porcentajes muestran que un 32% de los hombres (1 de cada 3)
creen que por ser hombres están obligados a ser proveedores de su hogar, mientras que el de las
mujeres que sienten que por ser mujeres están obligadas a ser proveedoras de su hogar es de un 17%
(1 de cada 6). Dado esto, la primera pregunta que debemos hacernos para profundizar es ¿Qué están
entendiendo mujeres y hombres por “ser la/el proveedor/a” de su hogar? En el caso de los hombres,
podemos suponer que el 32% que estuvo de acuerdo con la afirmación es el porcentaje de quienes se
identifican con el estereotipo patriarcal del hombre proveedor.
Para contar con más elementos interpretativos en relación al 17% de acuerdo en las mujeres (que si
bien es menor, sigue siendo significativo), puede hacerse la siguiente hipótesis exploratoria: las mujeres
funcionarias de la OLACEFS creen que por ser mujeres se sienten obligadas a ser proveedoras de su
hogar debido a que se sienten con las condiciones socioeconómicas y educacionales para hacerlo
igual o mejor que los hombres (recordemos que un 91% de las y los funcionarios de OLACEFS cuenta
con formación universitaria completa y/o con estudios de posgrado). Sin embargo, esta hipótesis es
24
Respecto a los hombres, siguiendo la idea
que un 32% de ellos se ven obligados como
proveedores y solo un 6% indica que por ser
hombres se sienten con responsabilidades
que los obstaculizan profesionalmente, uno
podría suponer que estas “responsabilidades”
no dicen relación necesariamente con su rol
de proveedores, de lo contrario el porcentaje
respecto de esta última afirmación debería ser
mayor a un 6%. Por otra parte, puede interpretarse
que el porcentaje es tan bajo precisamente
porque las responsabilidades ligadas al ser
proveedor están de alguna manera ligadas a la
necesidad de un desarrollo profesional, donde el
hombre se percibe alrededor de un 30% menos
restringido que la mujer. Para mayor precisión
en estas interrogantes, cabría preguntarse
¿Cuáles serían para mujeres y hombres estas
“responsabilidades” derivadas de su sexo que
les impedirían su desarrollo profesional?
Recapitulando, respecto de los hombres, un
15% cree que por ser hombre está restringido
emocionalmente, un 17% cree que por ser
hombres deben realizar labores domésticas en
su hogar, un 32% cree que por ser hombres deben
ser el proveedor de su hogar, y finalmente solo
un 6% cree que por ser hombres tienen ciertas
responsabilidades que les suponen un obstáculo
para su desarrollo profesional. Dicho de otra manera, aquello que los hombres
viven con mayor libertad (su desarrollo
profesional) se transforma en su restricción
de género más evidente (ser los proveedores
de su hogar implica que puedan desarrollarse
profesionalmente con mayor libertad)
¿Cómo
viven los hombres esta obligación tradicional
en su rol de género de proveedores de su hogar?
En relación a las mujeres, un 23% cree que por
ser mujer está restringida emocionalmente, un
29% cree que por ser mujeres deben realizar
labores domésticas en su hogar, un 17% cree
que por ser mujeres deben ser proveedoras de su
hogar, y un 19% cree que por ser mujeres tienen
ciertas responsabilidades derivadas que son un
obstáculo para su desarrollo profesional.
En otras palabras, las mujeres se perciben
mayormente obligadas por ser mujeres a
realizar las labores domésticas; y, en menor
medida -no superando el 15%- restringidas a
ser las proveedoras de su hogar. Esto no quita
que consideren ciertas responsabilidades
(aquellas ligadas a la obligación que perciben de
hacerse cargo de las labores domésticas) como
un obstáculo para su desarrollo profesional,
restricción muy poco percibida de parte de los
hombres.
muy simplista mientras no tome en cuenta la siguiente cuestión: si hay una percepción de obligación,
¿es en un sentido positivo de empoderamiento socioeconómico como jefa de hogar o en un sentido
negativo de una carga asumida por obligación en forma indeseada donde no se percibe ayudada? De
esto se deriva la necesidad de incorporar en próximas investigaciones las variables de estado civil,
configuración familiar del hogar (nuclear, extensa, monoparental, etc.) y cantidad de hijas/os, en orden
a comprender a cabalidad lo que está detrás del acuerdo con estas afirmaciones.
En un cuarto y último punto, nos encontramos con la afirmación
“Creo que las responsabilidades que
derivan de mi sexo biológico son un obstáculo para desarrollarme profesionalmente”, podemos notar
que un 81% de mujeres no estuvieron de acuerdo con esta afirmación, mientras que los hombres
manifestaron su desacuerdo en un 94%. Esto es positivo en tanto se está rechazando la existencia del
tradicional determinismo biológico inserto en el espectro cultural.
Tomando en cuenta los porcentajes de acuerdo, éstos corresponden a un 19% para las mujeres y solo
un 6% para los hombres. Respecto a las mujeres, dicho 19% es similar al 17% de las que se sienten
obligadamente proveedoras, por lo que podría interpretarse que ese rol, dejando de lado por ahora
la idea de obligación, se vería además presionado o exigido por su rol de ama de casa. De ser así,
la situación daría cuenta de una desigualdad de género evidente en comparación con los hombres,
quienes solo se ven mayormente obligados a ser proveedores, en la medida que ellas no hayan estado
de acuerdo con estas afirmaciones simplemente por ser mujeres.
25
Teniendo en cuenta que se trata de mujeres funcionarias de diversas EFS, no podrían considerarse
proveedoras y al mismo tiempo como exclusivamente encargadas de las labores domésticas de su
hogar, no obstante, sí perciben esto último como una obligación mayor, a pesar que trabajen en el
mismo horario laboral que los hombres. Todo esto indica una desigualdad de género: la mujer se ve
más restringida que el hombre en relación a un tipo de labor que el hombre puede realizar en igual
medida: las labores domésticas.
Ahora pasamos al ítem 2A, que describe la situación de género recogida por la percepción de la
cultura organizacional al interior de las EFS. Este ítem se divide en dos ámbitos: 1) Porcentaje de
acuerdo sobre la percepción en el tiempo de la igualdad de género en su organización según sexo; y 2)
Porcentaje de acuerdo sobre la percepción de la igualdad de género en distintas formas de emplear el
lenguaje en su organización según sexo.
26
Este gráfico nos muestra que la percepción en el
tiempo de la igualdad de género en las EFS de
la OLACEFS, considerando presente, pasado y
futuro, resulta en un promedio de acuerdo entre
hombres y mujeres de un 81%. Esta cifra vuelve a
recalcar una afinidad por el enfoque de género y
así como un optimismo generalizado.
Respecto del interés por la igualdad de género en
comparación al pasado, el porcentaje promedio
de acuerdo entre mujeres y hombres es de un
85%. En cuanto a la percepción de la igualdad
de género en el futuro, existe un promedio de
acuerdo entre mujeres y hombres de un 88%, con
una diferencia entre ambos de solo un 5%.
Resulta interesante constatar que el porcentaje
promedio de acuerdo más bajo entre mujeres
y hombres (70%) corresponde a la percepción actual de la promoción de la igualdad de género
para todas las personas; ¿Cómo se fundamenta la
percepción de un mayor interés en la actualidad?,
¿Cómo se fundamenta el optimismo a futuro?
¿Responde a evidencias concretas percibidas
actualmente por las y los funcionarios o se trata
de un anhelo para el futuro sin una evidencia
empírica que lo respalde?
Estas preguntas son importantes porque puede
existir una gran diferencia entre ser conscientes
del significado y anhelo de la igualdad de género
en nuestras EFS y observar de un modo más
crítico la percepción sobre su implementación
concreta en diversos ámbitos institucionales ¿Es
la igualdad de género algo a lo que queremos
llegar o algo a lo que realmente nos estamos
aproximando?
G
ráfico 3 – Porcentaje de acuerdo sobre la percepción en el tiempo de la igualdad
de género en su organización según sexos
27
Gráfico 4 – Porcentaje de acuerdo respecto de la percepción de la igualdad de género en distintas formas de emplear el lenguaje en su organización según sexo
Si consideramos el porcentaje promedio de
acuerdo en la percepción de mujeres y hombres,
una mayoría (77%) percibe que la igualdad
de género estaría incorporada en el lenguaje
cotidiano de la organización. Sobre este punto
hay similitud entre mujeres (74%) y hombres
(79%).
Distinto es el escenario frente al discurso
institucional, donde el acuerdo cae a un 59%. En
este caso 1 de cada 2 mujeres (51%) y 2 de cada
3 hombres (66%) manifestaron su acuerdo. Esto
es indicativo de una deuda institucional; si se
percibe que la propia institución no ha integrado
la igualdad de género en su discurso, se facilita
el que desigualdades y/o discriminaciones de
género se sostengan en el lenguaje cotidiano,
tanto formal como informal.
De acuerdo a lo anterior, podría pensarse que
la igualdad de género está más presente en
el lenguaje cotidiano interpersonal que en el discurso institucional. Sin embargo, cuando
nos enfrentamos a la afirmación
“Se hacen
regularmente comentarios, ironías, burlas
y/o bromas que destacan atributos físicos de
mujeres u hombres”, verificamos que el lenguaje
interpersonal coloquial tiene una evaluación
menos positiva (49%) que el que posee el
discurso institucional (59%).
Se puede deducir que la percepción de la igualdad
de género en el lenguaje es más optimista
cuando se trata de una abstracción general o de
una expresión más formal, sea como lenguaje
cotidiano o discurso institucional (sobre todo en
el caso de los hombres, que muestran un mayor
optimismo). Por su parte, cuando se trata de
una comunicación más informal, entonces la
percepción es más negativa.
Finalmente, avanzamos al ítem 2B de nuestro
análisis general. Este ítem se refiere a la
percepción de la implementación de aquellas
28
acciones y prácticas institucionales concretas que permiten dar cuenta de la igualdad de género al
interior de las Entidades de la OLACEFS en diversas políticas institucionales.
Este análisis se divide en 6 ámbitos: 1) Percepción sobre la igualdad de género en las acciones
institucionales según sexo; 2) Percepción sobre la igualdad de género en la política de remuneraciones,
incentivos, beneficios y capacitación o formación; 3) Percepción sobre la igualdad de género en el
liderazgo profesional en la organización según sexo; 4) Percepción sobre la igualdad de género en la
ocupación, selección y ascenso en puestos de trabajo; 5) Percepción sobre procedimientos, casos y
sanciones de acoso u hostigamiento sexual según sexo; ,y 6) Percepción sobre la igualdad de género
en políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral.
29
Gráfico 5 – Porcentaje de acuerdo sobre la percepción de la igualdad de género en las
acciones institucionales según sexo
En general, y en contraste con el Gráfico
3, este gráfico muestra que el optimismo
de las respuestas previas puede disminuir
considerablemente al introducir las palabras “en
la práctica” en el fraseo de algunas afirmaciones,
forzando a la percepción a un ejercicio concreto
y más crítico antes que abstracto y general. En
efecto, el optimismo desciende drásticamente.
Luego, es importante notar que, si calculamos
la diferencia, un 48% de las mujeres y un 41%
de los hombres creen que no existen acciones
institucionales en materia de igualdad de
género. Este punto es fundamental, pues aquí
no se preguntó si se estaba de acuerdo con las
acciones institucionales en materia de igualdad
de género, sino que se inquirió directamente por
su existencia, lo que pone de relieve una situación
que debería llamar la atención, esto es que un
44% de funcionarias y funcionarios de las EFS de
OLACEFS cree que las acciones institucionales
en materia de igualdad de género ni siquiera existen. Del 56% que percibe que sí existen, el
46% cree que son insuficientes, siendo mayor
el porcentaje de mujeres (13%) que de hombres
(7%) que perciben dicha insuficiencia.
Para quienes consideran que estas acciones
institucionales no existen en sus EFS, la pregunta
es
¿Por qué? ¿Es realmente porque no existen
o porque se asume que su insuficiencia es tan
grave que es equivalente a su inexistencia?
Y para quienes sí reconocen la existencia de
estas acciones institucionales, en el caso de
las mujeres, ¿Por qué las perciben de un modo
más insatisfactorio que los hombres? Y para los
hombres, ¿Por qué las perciben de un modo más
satisfactorio?
30
Este gráfico muestra un porcentaje de acuerdo
mayoritariamente alto en sus dos afirmaciones,
con un promedio de acuerdo de un 88% en las
mujeres y un 93% en los hombres. Los datos
muestran un acuerdo generalizado respecto
de la presencia de la igualdad de género en las
políticas generales que buscan respetar ciertas
condiciones fundamentales mínimas en términos
de derechos, incentivos, acceso a formación
o capacitaciones y beneficios laborales. La
percepción de las mujeres sigue siendo más
crítica y la de los hombres más optimista, con una
diferencia de un 5%, que tiende a incrementarse
cuando se avanza hacia ejemplos más concretos
y específicos.
Gráfico 6 – Porcentaje de acuerdo sobre la implementación de la igualdad de género en la política
de remuneraciones, incentivos, beneficios y acceso a actividades de capacitación y formación
31
Gráfico 7 – Porcentaje de acuerdo sobre la percepción de la igualdad de género en el liderazgo
profesional en su organización según sexo
De acuerdo con la primera afirmación: “Las
opiniones referidas a materias de trabajo en su
organización son valoradas en forma distinta si
quien las emite es una mujer o un hombre”, 2 de
cada 3 mujeres y hombres creen que hay una
valoración distinta de sus opiniones referidas a
materias de trabajo (39% para las mujeres y 36%
para los hombres). Por tanto, esto sería indicativo
de un eventual acto de discriminación. De acuerdo
a la definición de la Organización de los Estados
Americanos (OEA), una discriminación es:
Cualquier distinción, exclusión, restricción
o preferencia, en cualquier ámbito público
o privado, que tenga el objetivo o el efecto
de anular o limitar el reconocimiento, goce
o ejercicio, en condiciones de igualdad,
de uno o más derechos humanos o
libertades fundamentales consagrados
en los instrumentos internacionales
aplicables a los Estados Partes (…) La
discriminación puede estar basada en motivos de nacionalidad, edad, sexo,
orientación sexual, identidad y expresión
de género, idioma, religión, identidad
cultural, opiniones políticas o de cualquier
otra naturaleza, origen social, posición
socioeconómica, nivel de educación,
condición migratoria, de refugiado,
repatriado, apátrida o desplazado interno,
discapacidad, característica genética,
condición de salud mental o física,
incluyendo infectocontagiosa, psíquica
incapacitante o cualquier otra. (OEA,
2019, art. 1)
12.
La pregunta que debe hacerse es: ¿A quiénes se
refieren las y los respondentes? ¿A las mujeres,
a los hombres o a ambos? Dado que la diferencia
entre las respuestas de mujeres y hombres no es
estadísticamente significativa (3%), no podemos
afirmar si responde al género o a una condición
12 Recuperado de: http://www.oas.org/es/sla/ddi/docs/
tratados_multilaterales_interamericanos_A-69_discrimi –
nacion_intolerancia.pdf
32
Finalmente, la tercera afirmación tiene que ver con
cuotas de género equitativas en la conformación
de los equipos de trabajo, específicamente sobre
si se percibe que esto sería indicativo de mejores
resultados. En este punto, un 82% de mujeres y
un 78% de hombres están de acuerdo con que se
logran mejores resultados. Para profundizar: ¿Por
qué creen que se logran mejores resultados?
Y, para quienes no lo consideran así, ¿Por qué
estarían en desacuerdo? Estas preguntas son relevantes puesto que, si bien
no hay una desigualdad de género pronunciada
en estas respuestas, hay posibilidades que exista
discriminación en las Entidades de OLACEFS en
relación a las opiniones profesionales de mujeres
y hombres, lo que debe ser atendido.
múltiple donde quizás el género es uno de los factores. Por lo mismo, se vuelven necesarias preguntas
aclaratorias adicionales tanto para mujeres como para hombres: ¿Por qué creen que sus opiniones
profesionales son consideradas en forma distinta? ¿Piensan que es por su género o por alguna otra
condición? ¿Existen ciertos cargos, situaciones o funciones donde esto es más habitual? Con esto
podríamos saber si es que esta discriminación se ve cargada hacia las mujeres, hacia los hombres,
o si es equitativa para ambos y en qué situaciones, funciones o cargos específicos se da con mayor
frecuencia, buscando otros factores relevantes que expliquen esta percepción.
Respecto a la segunda afirmación, vinculada a la igualdad de voz y voto en la toma de decisiones,
vemos que el porcentaje de acuerdo entre mujeres (83%) y hombres (92%) aumenta en un 50%,
ampliándose también la diferencia entre mujeres y hombres, de un 3% a un 9%. Lo anterior indica que
cuando se trata de tomar decisiones tampoco existiría una desigualdad de género pronunciada, pero
que cuando se trata de dar una opinión profesional, independientemente de ser recogida, es valorada
en forma distinta.
Considerando que no todos los espacios y cargos al interior de las EFS son de toma de decisiones, los
datos que arroja la encuesta no son extraños. Pueden sorprender en relación a la siguiente pregunta:
¿Si 2 de cada 3 personas creen que son discriminados/as en cuanto a sus opiniones profesionales,
por qué luego la gran mayoría está de acuerdo con que existe igualdad de voz y voto para mujeres
y hombres en la toma de decisiones? ¿Qué les permite afirmar que esto sucede “en la práctica”?
33
Gráfico 8 – Porcentaje de acuerdo sobre la implementación de la igualdad de género en la ocupación, selección y ascenso en puestos de trabajo
En términos generales, este gráfico nos muestra
números positivos. El 87% de las personas (84%
de mujeres y 90% de hombres) percibe que todos
los cargos de su institución pueden ser ocupados
indistintamente por mujeres u hombres.
En relación con la posibilidad de ascenso, hay un
32% de mujeres que piensa que por ser mujer se
ve condicionada de su posibilidad de ascender en
su EFS, mientras que en el caso de los hombres
es un 21%. Esto representaría a un promedio de
1 de cada 3 personas (27%), aunque con una
diferencia de un 11% entre mujeres y hombres.
Lo anterior responde a una discriminación de
género, es decir, a una restricción, distinción o
exclusión basada en el sexo, que menoscaba el
reconocimiento o ejercicio por parte de la mujer
de sus derechos humanos, políticos, económicos,
sociales, culturales y civiles (Guareschi, P. &
Jovjelovitch, S., 1995). Para indagar y especificar, habría que preguntarse: ¿A quiénes se refieren
las y los respondentes específicamente? ¿A las
mujeres, a los hombres o a ambos?
Un 27% de las mujeres encuestadas percibe que
las condiciones para la postulación y selección
de cargos para la alta dirección no promueven
una participación igualitaria entre mujeres y
hombres; en el caso de los hombres corresponde
a un 19%. Aquí cabe preguntarse lo mismo que
en el párrafo anterior para determinar la causa de
la brecha entre mujeres y hombres.
Lo anterior, muestra que, si bien no se percibe una
discriminación de género para acceder a cargos
dentro de la EFS, esto sí sucedería cuando se
trata de ascensos y postulaciones a cargos de
alta dirección.
34
Esta gráfica muestra que el porcentaje de acuerdo
sobre la existencia de procedimientos para
denunciar un caso de acoso sexual es bastante
diferente entre mujeres y hombres.
Mientras el 76% de los hombres afirma que los
procedimientos para denunciar un caso de acoso
sexual existen, un 62% de las mujeres afirma lo
mismo (diferencia de un 14%). Esto resulta en un
promedio de acuerdo de un 69%, es decir, que 1 de
cada 3 personas cree que estos procedimientos
no existen.
No obstante, cuando se les pregunta por su
conocimiento sobre los mismos, el porcentaje
de acuerdo cae a un 49% (43% para las mujeres
y 55% para los hombres). Esto quiere decir que
del 69% de personas que indicaron que estos
procedimientos sí existen en su EFS, solo un
49% lo afirma estando en conocimiento de los
mismos. ¿Por qué los ignoran? ¿Es porque no
han necesitado usarlos o porque perciben que no son de utilidad para ellos/as? Esto debe
considerarse con seriedad, pues significa una
información muy relevante si se toman en cuenta
las afirmaciones de este gráfico.
De acuerdo a la cuarta afirmación, existe un
27% de mujeres (1 de cada 3) que cree que no
es posible sancionar a quien acusa u hostiga
sexualmente a otra persona. Ello, sin perjuicio
que un 50% de mujeres (1 de cada 2) y un 42%
de hombres afirma que han existido casos
de hostigamiento u acoso sexual en sus EFS.
¿Los hombres que están de acuerdo con
esta afirmación han sufrido también acoso u
hostigamiento sexual o han conocido casos en
que mujeres han sido acosadas de esta forma?
¿Cómo es posible que un 9% más de hombres y
un 11% más de mujeres que habían afirmado que
los procedimientos para denuncia no existían,
afirmen luego que es posible sancionar a
quienes lo hacen?
Gráfico 9 – Porcentaje de acuerdo sobre procedimientos, casos y sanciones de acoso u
hostigamiento sexual en su organización según sexo
35
De todo lo anterior lo más urgente de resolver
parece ser: ¿Por qué 1 de cada 3 mujeres percibe
que no sería posible utilizar los mecanismos
de denuncia y sanción de acoso sexual? ¿Es
porque los procedimientos no existen o se
debe a otra razón? Responder esta pregunta
es de vital importancia para comprender las
variables que rodean estos casos y asumir
las responsabilidades éticas y administrativas
correspondientes para implementar la igualdad
de género y no discriminación en nuestras EFS.
Todo esto, de acuerdo al nuevo Convenio sobre la
violencia y el acoso
13 de la OIT del 2019.
13 OIT. (2019). Conferencia Internacional del Trabajo. Ac –
tas Provisionales 108.ª. Recuperado de: https://www.ilo.
org/wcmsp5/groups/public/—ed_norm/– relconf/docu –
ments/meetingdocument/wcms_711244.pdf
36
Gráfico 10 – Porcentaje de acuerdo sobre la igualdad de género en políticas de conciliación
entre la vida familiar y laboral
En general, se desprende de este gráfico cierta
incompatibilidad entre la vida laboral y familiar.
Así, existe un 44% de promedio de acuerdo
entre mujeres y hombres que no cree que
existan acciones institucionales que permitan
la conciliación entre la vida familiar y laboral
tanto para mujeres como para hombres.
Particularmente relevante son las cifras de
desacuerdo, que se refleja en la mitad de las
mujeres (48%) y en un 41% de los hombres.
Los estereotipos de género (ver Gráfico 2) están
asociados a las acciones institucionales en esta
materia. Se torna relevante este punto en cuanto
pueden ir en desmedro de la corresponsabilidad
parental, cuyo objetivo se reflejaría en una forma
de organizar la relación entre la vida laboral y
familiar desde una responsabilidad compartida
entre hombres y mujeres que no reproduzca
los parámetros de la división sexual del trabajo.
Lo anterior conscientes que se trata de un tema complejo que amerita mayor profundidad
y variables asociadas para ser investigado
rigurosamente.
Respecto de la aprobación de permisos para
ausentarse del trabajo y su sesgo sexual, hay un
26% de hombres que creen que por ser hombres
tendrían menos posibilidades de aprobación para
ausentarse de su trabajo. En cuanto a las mujeres,
la cifra disminuye ligeramente a un 22%. Esto da
cuenta de una sutil desigualdad de género, en
donde las mujeres se ven más beneficiadas que
los hombres, probablemente respondiendo a los
estereotipos de género que muestra el Gráfico
2. Al respecto, nuestra hipótesis es que esta
diferencia responde, en el caso de las mujeres,
al estereotipo de amas de casa, y a los hombres,
al estereotipo de proveedores del hogar. Se trata
de una tesis que requiere que sea estudiada
junto con las vivencias de las funcionarias y
funcionarios de las Entidades de la OLACEFS.
37
En relación a si se otorgan permisos para promover la co-responsabilidad parental, hay un promedio
entre mujeres y hombres de un 36% (1 de cada 3) que está en desacuerdo con que esto sea así.
Creemos que esto debe ser escuchado, en orden a buscar propuestas de resolución que fortalezcan
una relación sana entre la calidad de vida y el trabajo, siempre considerando el enfoque de género.
En cuanto a la afectación de los permisos laborales al desempeño de los equipos de trabajo, hay un
porcentaje de desacuerdo entre mujeres y hombres de un 30%, es decir, de 1 de cada 3 funcionarias y
funcionarios de las Entidades de la OLACEFS. De alguna forma, esto significa una presión adicional a los
permisos ya otorgados, en tanto esta afectación refleja un porcentaje equivalente a los mismos, donde
existe una asociación entre permiso parental y disminución del desempeño laboral. Esto significa que
estos permisos están condicionados por una expectativa laboral que, al parecer, dificultaría la forma
de una conciliación. De todos modos, insistimos en que este es un tema complejo frente al que puede
haber miradas diversas. No obstante, pueden seguirse las recomendaciones de la OIT:
Para poder abandonar la idea de que son sólo las mujeres quienes deben conciliar el trabajo productivo
con las responsabilidades familiares, es central la promoción de modelos alternativos de maternidad,
paternidad y masculinidad. Esto implica dar un nuevo significado al papel de los padres dentro de
la familia, como personas afectivas, interesadas y capaces de asumir responsabilidades familiares:
crianza de hijos e hijas, cuidado de ancianos/as y familiares enfermos, tareas domésticas
Igualmente importante es transformar la noción de maternidad: si ésta sigue siendo asociada al
sacrificio y a la omnipresencia frente a los hijos y las hijas, muy difícilmente se puede lograr una
redistribución de tareas de cuidado y aliviar la sobrecarga que recae sobre las madres trabajadoras.
Desde la perspectiva de mundo del trabajo, se
requiere de-construir la norma del “trabajador
ideal”: hombre y sin responsabilidades
domésticas con su familia. (OIT, 2009, p. 3)
Finalmente, en relación a si la institución facilita
el acceso a guardería infantil para madres,
padres y/o cuidadoras/es, existe un promedio de
acuerdo entre mujeres y hombres es solo de un
52%. ¿Existen guarderías infantiles en todas las
EFS de la OLACEFS? Y, en aquellas EFS en que sí
existen, ¿Quiénes se ven más restringidos/as en
su acceso a las mismas? En el caso que se trate de alguna EFS que no tenga guardería infantil,
¿Han sobrellevado esta necesidad de alguna
forma? ¿Cómo?
Este punto es importante,
puesto que las guarderías infantiles son una de
las acciones institucionales de mayor beneficio a
la conciliación entre la vida laboral y familiar de
las funcionarias y funcionarios de las entidades
públicas.
38
Reflexiones finales
A partir del análisis efectuado queda en evidencia la existencia de percepciones sobre la igualdad de género que
pueden servir de sustento para el desarrollo e implementación de políticas conscientes a favor de la no discriminación
e inclusión de la perspectiva de género en nuestras EFS.
Este trabajo se plantea como un punto de partida, que nos servirá para continuar trabajando con enfoque de género
a nivel de OLACEFS y dentro de cada una de sus entidades miembros.
En efecto, los resultados de la encuesta muestran que nuestras funcionarias y funcionarios perciben que hoy somos
más receptivos con los temas de género que en el pasado. A partir de las respuestas recibidas se concluye que las
personas se identifican con la temática de género, aun cuando se requiere de elementos y apoyos que le permitan
una expresión efectiva, cotidiana y sostenida en el tiempo.
Entre los elementos que llaman nuestra atención, podemos identificar ciertos puntos interesantes. Así, los
porcentajes de acuerdo más optimistas entre mujeres y hombres en relación a la igualdad de género se encuentran
en respuesta a aquellas preguntas redactadas de un modo más general, mientras que los más pesimistas se
relacionan a las preguntas planteadas con mayor especificidad. Por otra parte, las percepciones de los hombres son
–transversalmente- más optimistas que las de las mujeres.
Estos hallazgos nos llevan a pensar que existe una cierta disociación de la realidad cuando las preguntas no se
refieren a casos o acciones concretas que afecten la igualdad de género al interior de las EFS. El ejemplo más
evidente es el gran porcentaje de acuerdo entre mujeres y hombres en cuanto a la presencia de la igualdad de
género en algunas políticas generales (91%), que disminuye a la mitad cuando se trata de acciones institucionales y
la satisfacción que éstas generan (46%). Esta baja indica que para las personas es más fácil ser optimistas cuando
nos referimos en abstracto a herramientas que permitan enfrentar la igualdad de género, no obstante, son más
pesimistas cuando se trata de acciones concretas que llevarán a la EFS a hacerse cargo de estas desigualdades.
Además, en cuanto al uso del lenguaje, se percibe mayor presencia de la igualdad de género en el lenguaje cotidiano
formal o profesional (77%), luego en el discurso institucional de cada EFS (59%); y, finalmente en el lenguaje cotidiano
informal (49%). Esto indica que mientras la perspectiva de género está siendo asimilada por el uso del lenguaje en su
lado más explícito o público, está menos presente en aquellos espacios informales en el lugar de trabajo.
Dado que el lenguaje informal es inherente a las relaciones interpersonales –sean estas profesionales o de otra índole-
se hace necesario abrir espacios de diálogo en que este tipo de lenguaje pueda ser reconocido y comprendido en
relación con la discriminación de género, pues suelen contener estereotipos patriarcales que terminan imponiéndose
al resto, desconociendo la violencia simbólica que traen consigo. Para recoger este tipo de fenómenos, es necesario
que las EFS incorporen técnicas cualitativas para la recolección y el análisis de la información, que otorgan espacios
amplios de expresión y reflexión sobre el efecto de las representaciones sociales en el uso del lenguaje informal.
39
En relación con el optimismo de los hombres, es coherente con una menor afectación en comparación a las mujeres,
sea por motivos de discriminación, acoso o insatisfacción respecto de diversas políticas y acciones institucionales
relativas a la igualdad de género. Un buen ejemplo de este fenómeno es que un porcentaje considerable de mujeres
y hombres (46%) afirman la existencia de casos de acoso sexual en sus EFS, sin embargo, ellos son más optimistas
que ellas (85% frente a un 73%) en relación a la posibilidad de sancionar a quienes cometen estos actos. Esto es
indicativo que, en general, no son ellos quienes se han visto en mayor necesidad de llevar a cabo estos procedimientos
y, por tanto, es razonable interpretar que no han sufrido las dificultades que las mujeres vivencian.
Otro punto interesante dice relación con la naturalización de los estereotipos de género al interior de las EFS. Un
promedio de acuerdo de un 20% entre mujeres y hombres se identifica explícitamente con los estereotipos tradicionales
de la división sexual del trabajo y las narrativas culturales que promueven ciertas restricciones en la expresividad
emocional. A su vez, un 32% de mujeres y un 21% de hombres percibe que estos estereotipos condicionan sus
posibilidades de ascenso laboral. Estos datos ponen en evidencia una discriminación en razón del género, por cuanto
se restringen las posibilidades de ejercer un cargo de mayor jerarquía sin justificación razonable.
De acuerdo a lo anterior, es necesario que las EFS adopten políticas de conciliación entre la vida familiar y laboral que
apunten hacia la corresponsabilidad parental, pues ésta es una importante herramienta para la deconstrucción de los
estereotipos de género, siempre que sean implementadas con perspectiva de género. Vemos con preocupación que
un promedio de un 44% de mujeres y hombres no cree que existan acciones institucionales al respecto. Además, un
promedio de un 52% no reconoce acceso a guardería infantil para padres, madres y/o cuidadoras/es. Esto indica que
los entes de control pueden perpetuar roles y estereotipos que reproducen la desigualdad de género al interior de sus
instituciones, sea en forma activa o pasiva.
Así, el análisis que se ha presentado nos permitirá orientar las posibilidades de mejora, que surgen de las propias
funcionarias y funcionarios de las Entidades Fiscalizadoras miembros de OLACEFS. Estos resultados son también un
llamado a nuestras autoridades a reconocer la importancia de la incorporación, validación y reconocimiento del valor
del trabajo de las mujeres en nuestras EFS.
Existen diversos asuntos en que se levantan alertas y consecuentes posibilidades de mejora. Esta larga encuesta de
33 preguntas, se torna relevante no solo por ello sino desde que ha logrado instalar el debate en la OLACEFS, desde lo
más abstracto y personal hasta lo más concreto y generalizado, dándole cabida a diversas variables en esta compleja
temática.
Esta encuesta es una manifestación efectiva de una de las cuatro líneas de acción que las EFS reunidas en INTOSAI
han definido para apoyar la implementación de la Agenda 2030. A través de una evaluación de nuestra situación
interna en materia de género, hicimos un ejercicio que nos permite tener conciencia de dónde estamos parados y,
sobre esa base definir hacia dónde deberíamos encaminarnos. Esta es la mejor forma de liderar con el ejemplo, para
ser modelos de transparencia y accountability.
Frente al desafío que este estudio ha erigido en forma de cuestionamientos e hipótesis, nuestro objetivo es seguir
indagando a través de una aproximación cualitativa que pueda hacerse cargo de algunos vacíos propios de la
exploración cuantitativa. Por esa vía queremos lograr una mayor profundidad en cuanto a significados, experiencias
y representaciones sociales en escenarios socioculturales diferentes, donde exista una sana atención, escucha
y diálogo con nuestras entrevistadas y entrevistados. Lo anterior, con un alto estándar ético, permitiéndonos así
conciliar una comunicación transparente en nuestras organizaciones, como también una mayor especificidad en
la información recogida y, de tal modo, contar con el respaldo adecuado para una implementación participativa de
políticas con perspectiva de género en nuestras EFS.
40
Glosario básico de género 14
Sexo (sexo biológico): “Características físicas y biológicas que distinguen a hombres y mujeres”.
Género: “Se refiere a los roles, comportamientos, actividades, y atributos que una sociedad determinada en una
época determinada considera apropiados para hombres y mujeres”.
Igualdad de género: “Se refiere a la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los
hombres y de las niñas y los niños. La igualdad no significa que las mujeres y los hombres serán iguales, sino que
los derechos, responsabilidades y oportunidades de las mujeres y los hombres no dependerán de si nacieron con
determinado sexo. La igualdad de género implica que los intereses, necesidades y prioridades de mujeres y hombres
se toman en cuenta, reconociendo la diversidad de diferentes grupos de mujeres y hombres. La igualdad de género
no es un asunto de mujeres sino que concierne e involucra a los hombres al igual que a las mujeres. La igualdad
entre mujeres y hombres se considera una cuestión de derechos humanos y tanto un requisito como un indicador del
desarrollo centrado en las personas.”
Representaciones sociales
15: “Estructuras simbólicas que tienen su origen en la capacidad creativa del psiquismo
humano y en las fronteras que imponen las dinámicas sociales”.
Estereotipos de género: “Son generalizaciones simplistas de los atributos de género, las diferencias y los roles de
las mujeres y los hombres”.
División sexual (o por género) del trabajo: “se refiere a la manera en que cada sociedad divide el trabajo entre los
hombres y las mujeres, los niños y las niñas, según los roles de género socialmente establecidos o que se consideran
apropiados y preciados para cada sexo”.
Discriminación por género
16: “Toda restricción, distinción o exclusión basada en el sexo, que tenga por objeto
menoscabar el reconocimiento o ejercicio por parte de la mujer de sus derechos humanos, políticos, económicos,
sociales, culturales y civiles”.
Acoso sexual
17: “la expresión ‘violencia y acoso’ en el mundo del trabajo designa un conjunto de comportamientos y
prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez
o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico,
sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género”.
14 Definiciones extraídas del Glosario de Igualdad de Género de ONU Mujeres, recuperado de: https://trainingcentre.unwomen.org/mod/glossary/view.
php?id=150&mode=le&lang=es, salvo en los casos que se indica.
15 Guareschi, P.A., Jovchelovitch, S. (Ed). (1995). Textos em representações sociais. Rio de Janeiro, Brasil: Editora Vozes.16 Comisión de Derechos Humanos y Género de la Asociación Nacional de Magistrados, Asociación de Magistradas Chilenas MACHI. (2015). Recomendacio – nes para el abordaje de una política de género en el Poder Judicial Chileno. (nº 255978). Recuperado de: http://www.magistradaschilenas.cl/wp-content/
uploads/2018/04/MACHI-COMPLETO.pdf
17 OIT. (2019). Conferencia Internacional del Trabajo. Actas Provisionales 108.ª. Recuperado de:
https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_norm/—relconf/documents/meetingdocument/wcms_711244.pdf
41
Bibliografía
Batthyány, K., Genta, N., & Perrotta, V. (2018). Uso de licencias parentales y roles de género en el cuidado. Recuperado
de: https://www2.unwomen.org/-/media/field%20office%20americas/documentos/publicaciones/2018/8/snc_
gua%20parentales_web.pdf?la=es&vs=624&la=es&vs=624
CIDH. (2011). Estándares jurídicos vinculados a la igualdad de género y a los derechos de las
mujeres en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos: Desarrollo y aplicación. Recuperado de:
https://www.oas.org/es/cidh/mujeres/docs/pdf/ESTANDARES%20JURIDICOS.pdf
Facio, A., & Fries, L. (2005). Feminismo, género y patriarcado. Revista sobre Enseñanza del Derecho de Buenos
Aires, 3 (6), 259-294.
Ricoeur, P. (2001). Del Texto a la Acción: Ensayos de Hermenéutica II. FCE: México D.F.
Scott, J. (2011). Género: ¿Todavía una categoría útil para el análisis? La manzana de la discordia,
6 (1), 95-101.
Scott, J. (1996). El género: una categoría útil para el análisis histórico. En Marta Lamas. (Ed),
El género: la construcción cultural de la diferencia sexual (265-302). México: PUEG.
Nota: El texto extraído es sólo una aproximación del contenido del documento, puede contener caracteres especiales no legibles.